Vladia Rubio Biography

Es la sórdida y a veces patética belleza de esa cotidianidad doméstica lo que por estos tiempos me compulsa. Cada mujer que al amanecer se tropieza como primer paisaje con un fregadero atiborrado de cazuelas y platos sucios sabe de la excepcionalidad de su angustia. Y cada una que con rutinaria ternura repone el botón caído a la camisa, también va cosiendo a su epidermis lo heroico. A veces las puntadas son también gritos, incluso ira. La cáscara arrancada a la fruta, los borbotones de la cafetera, el agua espumosa de la ropa recién lavada… ofrendas que hacemos con amor, en ocasiones también con dolor, y que merecen, tanto como la más singular proeza –porque lo son-, ser reinterpretadas en el lenguaje del arte. Brecht lo preguntaba hace mucho: “En los libros aparecen los nombres de los reyes, ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra? (…) ¿Quién cocinó el banquete de la victoria?”

Artist's Statement

No he pintado en secreto. Uno no anuncia que respira o suda, simplemente es algo que forma parte de ti, y así me sucede con la pintura. Nunca lo anuncié pero tampoco lo escondí. Los más allegados lo sabían porque me veían hacerlo, y aquellos no tan cercanos también me han visto, invariablemente en cada reunión larga, llenar de dibujos hojas y hojas de la agenda, cuando no las tarjetas en blanco que casi siempre me acompañan en esas ocasiones y luego quedan vagando en el fondo de las carteras. En realidad, nunca he cursado estudios en una academia de artes plásticas, y lo lamento. Cuando era adolescente quise matricular en San Alejandro, pero fue tanta la insistencia para que tomara caminos “más serios”, que opté por hacerles caso a mis mayores, prejuiciados por estereotipos que suelen acompañar la vida de los artistas. Ahora, mi seria vida como periodista se encuentra en un punto de inflexión y me he decidido a anunciar que respiro, es decir, pinto. En los últimos cuatro meses me he concentrado como nunca antes en ello, redescubriéndome, a veces hasta asombrándome de esta otra yo sin riendas. La fe y la confianza de mi marido -compañero, amigo, amante, aliado- fueron las llaves que abrieron el portón. Pintar ya no es para mí solo un entretenimiento. Tengo tanto, tanto, que decir desde la tinta y los pinceles que no sé cómo pude hasta ahora pastorearlo, hacerle bajar tan dócilmente la cabeza y contentarme con palabras sobre cuartillas.